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Farmacología del sistema nervioso central

Los fármacos activos sobre el sistema nervioso central son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica y modificar las funciones nerviosas. Son altamente liposolubles (salvo el litio y la dopamina), por lo que atraviesan la barrera hematoencefálica, y también otras barreras, lo que hace también que tengan un elevado volumen de distribución. En general, estos fármacos presentan un efecto muy rápido, aunque hay varios que presentan períodos de latencia previos al mismo; los períodos de latencia sólo afectan a los efectos sobre el sistema nervioso, pero no a las RAM. Su rapidez de acción es debida a la liposolubilidad y a la alta tasa de unión a proteínas plasmáticas, lo que puede originar fenómenos de desplazamiento (salvo el litio). También consecuencia de la liposolubilidad, presentan un proceso de eliminación complejo, en el que se aprecian procesos de:
  • Metabolización: son fármacos difíciles de metabolizar. Varios tienen metabolitos altamente activos. Puede haber acumulación de fármacos (o sus metabolitos activos) en el tejido adiposo, y existe la posibilidad de redistribución, lo que aumenta la posibilidad de alcanzar niveles tóxicos. Algunos de ellos son inductores y autoinductores enzimáticos, lo que hace que se generen metabolitos a mayor velocidad e interferirá en la acciñon de otros fármacos.
  • Excreción: la mayoría se excretan por vía renal, pero algunas presentan una importante excreción por vía biliar.
Los fármacos activos sobre el sistema nervioso central tienen un mecanismo de acción complejo y no suelen actuar siempre sobre el mismo sistema receptorial, lo que hace que las indicaciones sean diversas y las RAM sean numerosas. Existen numerosas dosificaciones, formas medicamentosas y vías de administración para estos fármacos, en base al efecto que se desee obtener, lo que los hace versálites.

Referente a la administración de estos fármacos, se debe realizar una escalada inicial o titulación, que consiste en administrar dosis progresivamente mayores hasta alcanzar la dosis mínima eficaz (dosis a la que se obtiene un efecto con la menor probabilidad de RAM). La dosis mínima eficaz se debe mantener el menor tiempo posible para evitar la aparición de tolerancia (si aparece, hay que hacer rotación de fármacos). La suspensión de los tratamientos se hace con dosis progresivamente menores hasta llegar a la dosis 0, con el fin de evitar los síndromes de rebote o de abstinencia (muy significativo en opiáceos y benzodiacepinas), la única excepción es con la aparición de los fenómenos on-off en un paciente parkinsoniano tratado con levodopa, al que se le quita de inmediato. La aparición de tolerancia a estos fármacos es frecuente y requiere aumentar progresivamente la dosis, por lo que es aconsejable realizar la rotación de fármacos para evitar estos incrementos de dosis.

La frecuencia de RAM es muy alta con el uso de estos fármacos. La más frecuente es la dependencia del fármaco (en especial cuando se alteran los niveles de GABA, serotonina, dopamina u opiáceos). Si se usan de forma correcta, la farmacodependencia debería ser mínima.

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